Un atractivo con sello Barranquillero

 En la Arenosa hay Islita para rato.

Luis Guillermo Villa García lleva 10 meses en el nuevo proyecto de reubicación de La Islita.

Luis Guillermo Villa García lleva 10 meses en el nuevo
proyecto de reubicación de La Islita.

A sus 73 años, Luis Vargas siente mucha gratitud por la ciudad que le brindó mejores condiciones de vida.

A sus 73 años, Luis Vargas siente mucha gratitud por la
ciudad que le brindó mejores condiciones de vida.

Son más de 40 años en los que La Islita ya tiene renombre en la capital del Atlántico. Desde noviembre de 2014 los locales fueron renovados; ahora la Nueva Islita le dio la cara al Río y está rodeada de La Plaza Grande del Río Magdalena y del icónico edificio de la Intendencia Fluvial. ‘La Yiyo’ y ‘Luchela’ son tal vez los puntos de venta que más historia guardan en la oralidad de sus propietarios. Las fotografías exhibidas en la pared también dan cuenta de aquellos años, cuando atendían al aire libre y vendían en kioskos, bajo latas de zinc, al lado del antiguo Sanandresito.

Perseveranda Taniba, conocida como ‘La Yiyo’, fue una de las primeras vendedoras de la antigua Islita. En la actualidad esta mujer de 75 años, trabaja en el primer local del remodelado sitio, junto a su hijo Luis Guillermo Villa. Los años de ‘La Yiyo’ no son impedimento para levantarse cada mañana desde su casa en el barrio Barlovento hasta el sector contiguo a la Intendencia Fluvial. Dieciséis módulos fueron destinados para la venta de bebidas, licores, cervezas, dulcería y mecatos, que es lo que tradicionalmente venden estas personas desde mucho antes del proyecto de reubicación.

Al lado del local de la señora Taniba, está ‘Luchela’, llamado así en honor a la pareja de esposos que lo administra. Luis Vargas y Graciela de Vargas (conocida como Chela) son dos adultos mayores y también pioneros, desde hace 42 años, en las ventas de la conocida Islita.

Don Luis decidió hace muchos años dejar su natal Bucaramanga, cuando un amigo suyo le sugirió que viajara a Barranquilla ya que en esta ciudad “se vendía de todo”. Y aunque Vargas relata que no fue fácil, con el tiempo las condiciones fueron mejorando, y al cabo de dos años, pudo traerse a su amada Graciela con quien ya lleva 52 años de casado.

Hoy viven en una casa propia en el barrio Boston, sin mayor preocupación que atender bien a los clientes y a la espera de la llegada de su único hijo, un ingeniero mecánico que trabaja en Australia. Con la reubicación y formalización de ocupantes de espacio público, la Alcaldía benefició en esta edificación a un total de 23 comerciantes. “Estamos muy agradecidos con la Alcaldía. El camión del trasteo lo pagaron ellos, nos dieron las sillas nuevas y hasta los candados para cerrar el local”, narró Vargas al referirse al día de la reubicación.

ISLITA Y CABRITO, EN UN SOLO LUGAR

Es en esa misma zona se encuentran los famosos ‘cabritos’, plato característico en la gastronomía barranquillera y que es apetecido por compradores locales, nacionales y extranjeros. El traslado de La Islita y ‘cabrito’ no ha sido impedimento para los antiguos clientes. Ahora, Cabrito Express y La Islita son un solo sector y la variedad de comidas y de bebidas, más la belleza del paisaje natural y la recuperación de la memoria histórica, lo hacen un lugar atractivo, que desde la Avenida del Río, no pasa desapercibido. “Ahora estamos más unidos. Ha sido muy bueno porque la gente viene a comer ‘cabrito’ y luego se queda tomando en nuestros locales”, aseguró Luis Guillermo Villa, vendedor de La Islita. De lunes a jueves inician labores desde las 10 de la mañana. Los fines de semana y días de fiesta, las ventas van hasta las 11 de la noche. Mayor seguridad y vigilancia es el llamado de los vendedores para incentivar y mantener el turismo en este referente de la ciudad.

Por: Leidy María Ramos /  Fotografía: Luis Felipe de la Hoz