De vuelta al Centro

BAQ al centro

 

 

 

 

 

 

Por: Camilo Cepeda Danies

Al leer, una persona se pone en la tarea de ver mundos. Con confianza, puede poblarse de imágenes de montañas, de mares, de barcos, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de atuendos, de caballos, de personas y de realidades. Con el tiempo descubrirá que mientras más líneas lea, con mayor habilidad reconocerá la imagen de su propia cara, de su realidad.

Este espacio dedicado a “Volver al Centro” no tiene otra finalidad que cautivar, seducir, atraer a los residentes de la ciudad de Barranquilla a movilizarse con certeza y agrado por su centro. Es importante saber que Movilizar no es sólo ocupar las calles, que también puede ser; movilizarnos es motivarnos activamente a enterarnos de lo que ha pasado, lo que está pasando, lo qué puede pasar y sobre cómo nos reconocemos a partir del centro, nuestra raíz. Por tanto, estas páginas realizadas por Ciudadano de Honor, proyecto conjunto de El Heraldo e Inpsicon -Investigación en Psicología del Consumidor-, ambiciona posicionar la Cultura Ciudadana y el Consumo Responsable en los empresarios, comerciantes, transeúntes, turistas y habitantes del centro de nuestra querida Barranquilla.

Etimológicamente la cultura viene de cultivo, de de cultivarse o nutrirse. Alimentarse de cultura no es necesariamente saber muchas cosas; alimentarse de cultura es, más bien, sensibilidad y entendimiento de un territorio, que es el que le denota carácter a una población. Es un hecho que los colombianos del Caribe por nuestros distintos orígenes somos muy diversos entre nosotros mismos, lo que a la memoria colectiva le dificulta reconocer una sola raíz. Es por eso que estamos hoy en la Barranquilla de 2015, en un momento en que necesitamos escoger un camino u otro.

El primer camino es aquel en el que se rueda con actitud sin identidad de lo propio, ajena y extranjera, actuando como si nuestro centro o nuestra raíz fueran los Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Polonpubli3ia, Líbano o Argentina; y el segundo camino, por otro lado, es aquel en el que se rueda considerando que nuestra población barranquillera es una mixtura exquisita y poderosa con un presente en común que requiere espacios donde se revelen todos los matices de nuestra identidad, y ¿qué mejor lugar para hacerlo que el centro? Este es el lugar que contiene todas nuestras historias comunes. Este es el lugar donde reconocemos todo nuestro pasado siempre vivo. Este es el lugar donde coexisten nuestras distintas herencias mezcladas entre los nativos (que no se sabe aún si fueron galaperos) y los inmigrantes que entraron por la puerta de oro sin sospechar jamás que serían fundidos en sus dorados kilates.

Toma con nosotros el segundo camino:
Es seguro que posicionando el Centro podremos definir y establecer con mayor precisión nuestra identidad como ciudadanos de la región. “Volver al Centro” es entonces una cuestión de ser espectador o de participar activamente en sociedad. Se participa activamente por la ciudad conociendo sus distintas realidades, acontecimientos y contrastes, movilizándose con intención de aportar a los objetivos apropiados para la comunidad. Por lo que es de suma importancia volver a nuestro centro en común, el de todos, y convertirnos en uno solo.

Caminando un día común por el centro surgirán siempre paisajes, personas y artículos que transmiten una capacidad cultural exquisita. Bien temprano, los vendedores de chocolisto y café con una sonrisa desdentada y franca ayudarán a despertar a los primeros amigos somnolientos, no sólo por la cafeína, sino por la vida que reboza las tapas coloridas de sus recipientes. Déjate seducir, caminando se va entendiendo el encanto que tiene el centro de Barranquilla para incentivar a conectarse con el otro, a acercarse, a escuchar y a comprar; EL CENTRO ES REALISMO MÁGICO.

Caminando, una risa irresistible contagiosa, que recorre el extremo con profundos armónicos terminará de causar una alegre impresión al oído a cualquier hora del día. Es así como el centro envuelve, con olor a café, a periódico y a gente que siempre te está
esperando. Ven e interactúa cara-cara con personas que además de venderte productos se van a interesar en contarte las historias del día; en contagiarte de su optimismo, pues todos en el centro están confiados de que mañana va a ser un mejor día. Únete a la caravana de miradas que aceleran el paso para ir a trabajar.

Únete a los que llegan de otros territorios con sed de curiosidad y entendimiento. Únete, sobre todo, a los que a la segura saben que si no encuentran en el centro lo que van a comprar, es porque definitivamente no existe. Goza el centro y goza la desesperada ráfaga de sudor que hace añorar al man de los patillazos. Saboréatelo con naturalidad.

Pasa que a veces lo bello duda de su hermosura, pero unos ojos atentos tendrán siempre oportunidades e tirar fotos espléndidas para acomodar adentro, en las gavetas de la memoria barranquillera. Los ojos atentos apreciarán a percibir que en algunos puestos, además de vender un objeto o servicio, hay ñapa con experiencias e historias que valorizan lo que compras.

Así es, tan inevitable como la dulce señora que vive sin marchitarse en la Pl
aza San Nicolás entre sus flores. Todas estas mujeres se han vuelto radiantes, son como un sol de mediodía que ilumina y alegra todo lo que alumbra, pues sus ojos de mirada honesta son el mejor espejo para reconocerse. Y aunque en las horas húmedas el cuerpo empiece a macerarse en su propio sudor, y aunque pasen nueve perros comprometidos en darle su aventón a las garrapatas, el centro se goza, el centro incluye. ¿CÚANDO FUE LA ÚLTIMA VEZ QUE FUISTE AL CENTRO?

Cada par de ojos contará una historia no revelada, si imaginable. Como el turco en la Galería 32 que todavía usa los dedos de las manos como calculadoras; o el viejito con el pantalón casi al pecho, que tiene la piel de cuero y enseña cómo los años van dejando la vida en el cuerpo mientras se fortalece el espíritu; o el todero con la espalda jorobada de tanto agacharse a arreglar enchufes y rarezas; o la viejita que se alía fielmente a su paraguas como se alían los dedos al rosario para pedir quien sabe qué. Si se desea, los trances por el centro serán la pura fiesta para los ojos y para la nariz, pues el perfume de las viandas también contribuirá a producir saliva.

Recalco especialmente upubli1n nuevo espacio, el edificio donde el tiempo está disecado y conservado mágicamente. El Centro Cultural del Libro es el edificio que la Alcaldía ha construido para darle sitio a los vendedores de historias; a los maestros del Reutilice. Aquí, sin alfombras pero con sonrisas, estos comerciantes salvaguardan muchísimos libros a la espera de ser leídos, puesto que sus historias y enseñanzas nacen de nuevo cada vez que alguien los mira. Con precios de 7 mil a 20 mil pesos, es imposible salir con las manos vacías de la más animada y surtida librería. Esta es una invitación abierta a que reutilicemos y a releamos las económicas reliquias que ofrecen estos señores. No importa cuán ocupado o cansado creas estar, debemos hallar el tiempo necesario para leer o estaremos tomando inconscientemente el camino de la ignorancia. Toda persona que viva en Barranquilla debe tener su librero de confianza en el Centro Cultural del Libro.

VAMOS PARA EL CENTRO, DE VUELTA A ÉL, VIVÁMOSLO. Es como decía Borges, la imagen es la materia prima de la vida y de los sueños. Rodemos en el centro de manera responsable, como verdaderos CIUDADANOS DE HONOR. Rodemos en él con nuestros niños para poder enseñarles qué rol deben interpretar y recrear en la construcción de esta ciudad que está llena de oportunidades. Dejar de Rodar por el centro puede ser nefasto, puesto que este centro en común es la mejor ventana para reconocernos en lo que somos unidos. El centro puede ser, simbólicamente, una ventana para reconocernos a nosotros mismos; y es seguro, que el que busca, encuentra.